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El país está en riesgo grave


Y no es ninguna broma. Estamos llegando a un 7% de déficit fiscal. Hemos pasado en 10 años de un 24% del PIB destinado a la deuda a tener hoy un 52% del PIB comprometido en la deuda. El desempleo ha crecido también, y alcanza el 10%. Del PIB, se destina alrededor del 7% en transferencias corrientes, otro 7% en remuneraciones, hay un 7% en educación, y cerca del 5% en pago de intereses. Y esos números están creciendo. Es decir, tras cuernos, palos. La situación se hace insostenible, eso es una verdadera crisis, o la antesala, que se mantiene desde hace una década, y que se puede parecer a la crisis de los años 80, con el agravante que hoy el tipo de cambio llegaría a los 2.500,00 colones.

Hay que hacer algo. A nadie le sirve que entremos en crisis. Esta nos golpearía a todos, a unos más que a otros. Todos somos iguales, pero hay unos más iguales que otros. A los que más golpearía es a las clases bajas, o como dicen ahora, a los primeros quintiles. A esos que sólo pueden destinar cerca de 50 mil colones en la canasta básica.

¿Cuál es la solución, qué se puede hacer? Al menos tres grandes líneas en paralelo:

  1. Controlar los disparadores del gasto (pensiones, transferencias y salarios)

  2. Reactivación de la economía y generación de empleo

  3. Reforma fiscal profunda, que puede incluir el IVA

A hoy, parece que el gobierno tiene como prioridad la aprobación de más impuestos, no una reforma fiscal profunda, alegando que ya no hay tiempo para lo profundo. Y ello no me termina de convencer por varias razones. Veamos. (1) Se amplía la cantidad de productos y servicios a los que se cobra impuesto, aunque se alega que es por trazabilidad. (2) Se cobra no solo en el momento final de la venta, sino en las distintas etapas de la producción. (3) Afecta más a las clases bajas y medias, que son las que en proporción destinan más dinero para pagar su consumo que las clases adineradas. Todo eso significa que las personas pobres serán más pobres, y las más ricas no serán las que aportan mayor cantidad de dinero al fisco. Eso se llama impuesto indirecto y regresivo. Adicionalmente, el plan fiscal no está atacando la exención de impuestos a grandes contribuyentes, como las cooperativas. Tampoco aborda la evasión fiscal y la elusión de tributos.

En esos temas debería centrarse el debate, entre políticos y entre vecinos. No obstante, en la discusión social, abundan contenidos que hablan de los supuestos exuberantes privilegios que disfruta todo parroquiano que labora en el sector público. Es decir, cualquiera que sea enfermero, conserje, maestro, o empleado de la caja del seguro, o de algún ministerio, por ejemplo, es un tipo que presumiblemente despilfarra un salario desorbitante, lo cubre una convención colectiva de lujo, tendrá una hipotética pensión exagerada y gasta pluses salariales inimaginables. Todo eso se parece al viejo truco de desprestigiar al emisor para falsear el argumento. Por tanto, estos argumentos no son de recibo.


La verdad es que, ante los privilegios, conviene socar la faja, donde corresponde. Aquí el criterio principal deber ser la equidad, no el egoísmo. Qué el que más recibe, más aporte. No obstante, preocupa que con ese proyecto de ley, al menos en la versión original, se tendrá que pagar impuestos por la educación privada, y hay mucha gente que será golpeada, pues estudian en instituciones de ese tipo. Habrá que pagar impuestos por los programas de computadora, servicios de radio, televisión, y telecomunicaciones (cable, Netflix, Spotify, Uber e internet), servicios digitales (por ejemplo, los bancarios), compras por internet y los libros digitales. Los servicios de abogados, médicos, topógrafos, ingenieros, arquitectos, dentistas, … , cobrarán impuestos. ¿Y sobre quien recaerán los impuestos? Sobre la clase media y baja. Ahhh, y supongo que ya sabíamos, se le cobrará impuesto a cada cuota que se deposite para la pensión complementaria, sí señor. Y no menciono la canasta básica, esa a la que accedemos para poder alimentarnos. El IVA no pretende cobrarle a grandes empresarios que existen en zonas libres de impuestos (zonas francas), quienes no pagan la mayoría de impuestos que las otras empresas de Costa Rica sí.

¿Y entonces, cuál es el serio riesgo? Como país, estamos en medio de dos abismos. Por un lado, a punto de provocar una mayor exclusión social y desaceleración de la economía con impuestos regresivos. Y, por otro, caer en una crisis económica similar a la vivida en los años 80, si no se obtienen ingresos fiscales. Afortunadamente, se puede salir sin caer en tales abismos. Para ello, democráticamente, como buenos ticos, que dialoguen los actores sociales, y que se aporte el sacrificio que corresponde a cada sector, incluyendo a las cooperativas y empresas y otros que gozan de exenciones injustificadas, para que se estabilice la deuda del fisco y se reactive la economía y la generación de empleo, y se fortalezcan las finanzas públicas. Eso es un enfoque más integral, que sólo un plan fiscal. Claro, hay que reconocerlo, es más fácil decirlo que hacerlo, y nadie dijo que sería fácil.


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