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En defensa de la universidad pública


En nuestro país estamos afrontando una cruzada contra la institucionalidad pública, como nunca vista. Esa cruzada se basa en una estrategia sistemática de desvirtuación dirigida por un adversario que se esconde entre telones de diferentes sectores, los que se han aglutinado en torno a ideas contrarias a lo público. Como universitarios, es conveniente que ensanchemos la mirada, para no permitir el engaño y así evitar el volvernos unos contra otros en el canibalismo social. Que ensanchemos la mirada para establecer y defender posturas en favor de las acciones académicas de las universidades públicas.


Primero, desvirtuaron a los sindicatos y las luchas sindicales, ridiculizando a los sindicatos y sus líderes, acusándolos de perpetuarse en el poder y gozar de exagerados privilegios, de haber perdido el rumbo, y seguir luchas desteñidas. Luego desvirtuaron a la prensa, llamándola prensa canalla. Con ello, han logrado deslegitimar cualquier reclamo sindical y cualquier publicación de la prensa en contra de los orquestadores de las estrategias. Finalmente, otra parte de la estrategia ha consistido en desvirtuar a los servicios públicos. Los han tildado de ineficientes, costosos y manejados por funcionarios cuya reputación quieren poner en entredicho. Pregonan que los servicios públicos deben ser racionalizados, disminuidos y controlados, más que por servidores públicos, por estructuras de poder, integradas por militantes del bando del adversario.


Y al ciudadano, sumido en la frustración de las presiones sociales, sanitarias y financieras, se le ha inculcado que hay un culpable de toda esa debacle. La culpa la tiene la vieja clase política y los sectores dominantes, que han gobernado en los últimos 40 años. Por tanto, es necesario integrar una nueva clase política y restaurar un orden, que por supuesto será concebido por el adversario. Y se le hace creer al ciudadano que en ese nuevo orden habrá cabida para quienes ha estado fuera del poder por años. Y para ello, se utiliza una figura fuerte de un nuevo caudillo, cuasi mesías, de discurso llano, con tintes de dominio vertical.


Esas estrategias calzan bien con las tendencias de empoderamiento de la persona individual. Es decir, a la persona como individuo, no como perteneciente a una agrupación política, social o gremial. Al individuo, simple y llenamente. A ese que se bombardea 24/7, con información por redes sociales, mensajería de texto y correo electrónico. Ese, a quien le queda poco tiempo para leer y analizar, que con tan abrumadora cantidad de insumos sólo alcanza a ver los titulares, y no siempre puede profundizar.


Creo que, con ese individuo, como universitarios, debemos conectar. Nos toca. Al fin y al cabo, somos la conciencia lúcida de la sociedad. En juego está que el canibalismo social se vuelva contra la universidad. Muchas veces, desde distintas trincheras académicas, hemos intentado llevar el discurso académico a la sociedad. Hemos utilizado mensajes que exaltan las virtudes de la gestión universitaria, los logros inescrutables de la docencia, la investigación, la extensión y la acción social, que se realiza desde los múltiples recintos universitarios a lo largo y ancho del país. Pero el adversario a veces parece que nos gana la partida. Ilustres ciudadanos costarricenses a veces despotrican contra la universidad pública, movidos por el bombardeo del adversario.


Por todo ello, urge un proceso sistemático de comunicación desde las universidades públicas, dirigido al individuo. Una campaña que continúe posicionando la buena imagen de la universidad pública. Es injusto que se permita siquiera insinuar el desprestigio del Alma mater. Pero tenemos que llegar al individuo con un mensaje no tradicional. Ya no es través del sindicato ni la prensa nacional, están desvirtuados. Ya no es sólo la defensa de los bienes públicos, esa lucha está desvirtuada. Tenemos que enfatizar en la comunicación lo que al individuo le interesa. Aquello que le promete beneficios, que no son los servicios públicos. Le interesa que se le rinda cuentas, porque ellos sienten que se están malgastando los fondos de los impuestos que ellos pagan. Le interesa que se muestre cómo se ahorra recursos en las universidades, porque ellos sienten que se despilfarran. Le interesa conocer cómo le beneficia la universidad a él y los suyos. Y es bueno agregar los innumerables aportes de la universidad pública en la configuración de nuestra sociedad en la segunda república.


Hoy el campo de batalla no está en la prensa ni en las calles, sino en el ciberespacio. Allí debemos llegar, como académicos, con recursos científicos y tecnológicos. Haciendo uso de la inteligencia de negocios y la inteligencia artificial. Utilizando Big Data, realidad virtual, realidad aumentada y el metaverso. Se debe enarbolar una línea política desde la docencia, investigación, extensión y acción social, con proyectos de comunicación. Donde se pueda transmitir que en la universidad existe orden, disciplina, se rinde cuentas, se lucha contra la corrupción, y la universidad pública sigue siendo un baluarte en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.Nos toca como universitarios, ampliar el enfoque, combatir la ignorancia, prevenir el engaño y superar las luchas sociales intestinas y promover la paz. Qué mejor manera de hacerlo que ensalzando el buen hacer de las acciones sustantivas de las universidades públicas, mediante un proceso de comunicación científico y tecnológico en el multiuniverso digital.

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